Cuando en 1531, según la tradición, la Virgen se apareció en el cerro del Tepeyac, nadie imaginaba que siglos después su imagen ocuparía paredes en templos, colecciones privadas y museos al otro lado del océano. La exposición traza ese inesperado camino, reuniendo alrededor de setenta piezas, entre pinturas, esculturas, grabados y textos, que muestran cómo esta devoción americana echó raíces también en suelo español.
La muestra ha sido diseñada por los expertos Jaime Cuadriello y Paula Mues Orts, quienes han estructurado el recorrido en once bloques temáticos, desde las conexiones visuales con iconos europeos hasta la difusión masiva de la imagen guadalupana por toda la geografía española. Se abordan temas tan variados como la reinterpretación del manto, las variaciones iconográficas, o la manera en que la Virgen se convirtió en símbolo compartido en ambos mundos. Entre los artistas representados figuran nombres fundamentales del barroco novohispano como Miguel Cabrera, Juan Correa y Manuel de Arellano, que dialogan aquí con grandes pintores del Prado como Zurbarán o Velázquez. El resultado no es una simple cronología devocional, sino una conversación entre estilos, territorios y sensibilidades que demuestra cómo el arte puede cruzar océanos y resignificarse con el paso del tiempo.
Esta exposición no es solo una oportunidad para ver obras excepcionales, sino también para pensar en la circulación de imágenes, creencias e identidades entre América y Europa. Y en el centro de todo, una figura que sigue generando preguntas, emociones y nuevas miradas.