Con una cuidada selección de clásicos —como When The Saints Go Marching In o Georgia on My Mind— y generosas dosis de improvisación, el repertorio se convierte en una celebración del alma del jazz. Trompetas, saxofones, banjos y voces profundas se entrelazan en un diálogo musical que fluye como un río del Mississippi bajo las estrellas.
Los músicos y vocalistas, de gran talento y sensibilidad, no solo interpretan, sino que cuentan historias a través de cada nota. El escenario, un elegante bar ambientado en la atmósfera de los años 20, transporta al público a los clubs de Bourbon Street, donde la música era vida y el swing, resistencia.
Es una noche para dejarse llevar, copa en mano, por la calidez de los metales, los giros inesperados de la improvisación y el poder contagioso del ritmo. «We call it Jazz» no es solo un concierto: es un puente entre continentes, una carta de amor al jazz más auténtico.