En el siglo XVII surgió un curioso fenómeno. Los habitantes de los barrios castellanos de Madrid empezaron a llamarse gatos. Esto ocurrió debido a la afición de los habitantes de la capital por la vida nocturna, simbolizada por las tabernas. Para los madrileños, «gato» es sinónimo de amor por la vida social, los paseos nocturnos y la diversión.
Uno de los símbolos de este fenómeno es la Taberna Revoltosa, situada en el barrio de Chueca. Al igual que antaño, el ambiente es perfecto para disfrutar de una cerveza y unas tapas en su amplia terraza, rodeada de gente.
En su carta, destacan especialidades tradicionales españolas como los huevos con jamón, las croquetas o la tortilla de patatas con salmorejo. La carta de bebidas incluye una amplia variedad de cervezas artesanales, cócteles y vermut.