En el centro de Madrid ha abierto sus puertas una terraza con espacios verdes y una refinada oferta gastronómica. Bajo la vegetación se esconde un oasis donde escapar del ajetreo de la vida cotidiana. Durante el caluroso verano madrileño, es un salvavidas: se está tranquilo y fresco, y el menú es muy flexible para cualquier momento.
Al igual que la terraza, la cocina también se adapta a cada estación. Ahora mismo ofrecen platos frescos mediterráneos y a la brasa. Hay ofertas para comer rápido o relajarse con un cóctel, sea la hora que sea. Merece la pena probar el crudo de pez limón, las ostras francesas con aliño de cítricos o el puerro frito confitado con queso curado y romesco. Y sus helados caseros merecen un aplauso.