Todo un hallazgo para los amantes de la vida nocturna. «Ni bueno ni malo»: siempre hay algo bueno y algo malo. Lo importante es el equilibrio. Esa es su filosofía.
El bar es una parada temporal, una cápsula retrofuturista con luces de neón. Hay carteles de jazz y boxeo, música voluminosa y botellas en las paredes. Todo es muy atmosférico.
Fuera hay algunas mesas bajas y una barra de madera con taburetes. A continuación, nos espera un largo pasillo que conduce a una espaciosa sala llena de cristalería y etiquetas. La tenue iluminación te hace sentir como si estuvieras en una película.
Ruju creó este auténtico bar cuando llegó a España desde China. Vino para dedicarse a la fotografía y a la realización de documentales. Esto se refleja en el diseño de este local. Junto a Han y Esteban, forman un equipo que no solo mezcla bebidas, sino que muestra simpatía y acogida. Sirven los cócteles típicos: gin-tonics, piñas coladas, negronis y daiquiris, Paper Plane y Hemingway Special. Pero lo hacen en una copa japonesa de la marca Sasaki.