Se cree que la Fontana de Oro fue uno de los tres grandes mesones del siglo XVIII. Sin embargo, cuando se restauró la monarquía absoluta, la Fontana de Oro se convirtió en una fundación para viajeros.
En 1843, fue adquirido por un empresario francés, Casimir Montet. Hizo aquí una posada que los viajeros extranjeros consideraban la mejor de Europa. Desde entonces, el establecimiento ha conservado el legado que dejaron los viajeros de otros países.
El establecimiento ha conservado su identidad y su estilo clásico. Del techo cuelgan lámparas antiguas y de las paredes de ladrillo cuelgan cuadros de caballos.
Al caer la noche, una multitud se reúne aquí para relajarse con los clásicos himnos cerveceros y música en directo. Y para los aficionados, hay futbolín.