Érase una vez Julieta Pacella opositando y Nico Marchand tatuándose. Julieta solía pasar los fines de semana en Cruda, donde se mantenía en contacto con el mundo naturalista. Luego se casó, y de la boda sobraron 30 botellas y algunos quesos. Fue entonces cuando empezaron a pensar en montar un negocio, y casi de la noche a la mañana abrieron La Alquimia en uno de los primeros locales que se quedaron libres.
Por la mañana se dedicaban a las tareas administrativas y por la tarde servían comida. Al vino natural le añadieron unos aperitivos para empaparlo. Y así hoy vemos el resultado de estas labores. Han conseguido crear un bar de amigos con un ambiente relajado en el que todos se saludan por su nombre.
Hay una pequeña mesa junto a la puerta desde la que se puede tomar una copa como si se estuviera en el campo al aire libre. Entre las bebidas más populares está el vino de naranja. Pero cada uno de los vinos naturales de aquí es un favorito. El motivo es que los sabores son más pronunciados y el ambiente más abierto. Aquí también hay un sumiller que le sumergirá en el mundo de esta bebida.