El verdadero lujo de Madrid son los jardines botánicos que Juan de Villanueva y el botánico Gómez Ortega crearon para Carlos III en 1781. La ubicación fue elegida muy bien: a orillas del Manzanares. El río humedecía el aire y proporcionaba agua para regar las plantas, por lo que era bastante fácil cuidarlas.
Originalmente, había más de 2000 plantas raras en los jardines. Sin embargo, en el proceso de reconstrucción de 1794, se hicieron más. El hecho es que el famoso navegante y geógrafo Alessandro Malaspina se involucró en el proyecto, quien trajo plantas únicas de todo el mundo a España. Más tarde apareció un invernadero, lo que permitió el cultivo de plantas que necesitan condiciones climáticas especiales. Además, Mariano de la Paz Graelce fue el iniciador de la apertura de un zoológico de contacto en el Real Jardín Botánico de Madrid. Sin embargo, las condiciones para los animales no eran las más adecuadas, por lo que el zoológico se trasladó más tarde al parque urbano de buen retiro. Desde 1942, el Jardín Botánico forma parte del Patrimonio cultural de España.
En la entrada del Jardín, los visitantes son recibidos por una puerta de celosía encerrada en un arco ovalado. Está coronada por un pórtico triangular masivo. Sobre el arco hay un bajorrelieve en el que se talla información que refleja la historia de la creación del objeto. El territorio del Real Jardín Botánico de Madrid se divide en 8 zonas. En cada una de ellas se presentan plantas de una especie determinada. Además, hay 5 invernaderos. En ellos se llevan a cabo experimentos científicos para la cría de nuevas especies. El herbario presenta más de un millón de variantes de plantas.
Los cuerpos de agua artificiales del Jardín botánico de Madrid crean un ambiente de cámara. Por lo general, están coronados por una elegante forma arquitectónica y una pequeña fuente. Los cuerpos de agua más inusuales se encuentran en los invernaderos. En ellos se pueden ver plantas raras que viven solo en el agua. Algunos de ellos tienen enormes hojas extendidas en la superficie como discos verdes.
El orgullo del Real Jardín Botánico es el Jardín de rosas. Trepadoras o de bajo crecimiento, las rosas se ensamblan en composiciones encantadoras. El Rosario se complementa con conjuntos arquitectónicos. En el centro se encuentra una elegante pérgola blanca.
Junto a los edificios modernos, las formas arquitectónicas del siglo XVIII coexisten pacíficamente. Por ejemplo, debajo de los árboles colgantes hay una escalera de piedra, en los bordes de los cuales se instalan columnas bajas. Cerca hay lugares para relajarse con bancos.