Paseando por la actual Plaza de España, cuesta imaginar que hace unos siglos esta modernizada zona albergaba inmensos jardines que fueron talados por orden de Carlos III a mediados del siglo XVII. El monarca decidió levantar un gran monasterio en el territorio adquirido. Algún tiempo después, José Bonaparte, que había construido establos y cuarteles para su ejército en los terrenos baldíos, compró el monasterio y los alrededores.
Recientes renovaciones han sacado a la luz importantes hallazgos arqueológicos, que se han integrado en la plaza para que puedan ser visitados por el público. Así, se podrán visitar dos plantas del Palacio de Godoy, parte de las antiguas caballerizas reales, los Jardines de Sabatini y los restos del trazado del antiguo Cuartel de San Gil.
Así, una visita a la plaza central no solo enriquecerá su arsenal cultural y espiritual, sino que también le permitirá comprar ropa nueva, recuerdos y, simplemente, pasar un rato agradable.