Aunque no destaca por su gran tamaño, la detallada fachada de la Basílica de San Miguel, ubicada en Madrid de los Austrias, le hace una edificación necesaria de visitar. La acertada decisión de hacerla convexa logró que Giacomo Bonavía adquiriera prestigio en su época.
La instalación está construida sobre las ruinas de una antigua iglesia de los santos Justo y Pastor, que murieron en Alcalá de Henares. Este antiguo templo quedó reducido a escombros por un incendio en 1690, y de 1739 a 1947 se construyó la iglesia que se puede observar en la actualidad. Por su valor arquitectónico, la Basílica Pontificia de San Miguel fue declarada Monumento Histórico-Artístico y en 2002, Bien de Interés Cultural.
Aunque es de gran interés su fachada, por ser visible al público, el interior y los distintos departamentos dentro de la Basílica tienen un atractivo enorme. El arquitecto juega con el equilibrio, al añadir formas cóncavas y convexas, y al alternar tramos elípticos y circulares, con arcos cruzados.
Como dato curioso, en este lugar estuvo sepultado el músico Luigi Boccherini, hasta que fue trasladado a Lucca, lugar de nacimiento del artista, bajo la orden de Benito Mussolini, en 1927. Allí se enterró en el panteón de hijos ilustres, de la iglesia de San Francisco.