Ni móviles, ni redes sociales, ni pantallas. Solo naturaleza, convivencia y actividades al aire libre. Así transcurre la primera edición del Campamento Modo Avión, una innovadora propuesta de la Comunidad de Madrid donde 51 adolescentes, de entre 12 y 16 años, se enfrentan a un reto cada vez más urgente: aprender a vivir sin depender de la tecnología.
Durante diez días del 6 al 15 de julio los participantes conviven en la Finca El Encín, un entorno natural gestionado por el IMIDRA, en Alcalá de Henares. Allí, sin acceso a dispositivos electrónicos, se sumergen en un programa diseñado para fomentar la desconexión digital y el reencuentro con hábitos saludables. Catorce de los asistentes acaban de finalizar tratamientos psicológicos por uso problemático de la tecnología.
El campamento incluye desde talleres de cocina con productos de kilómetro cero hasta actividades deportivas, juegos en grupo, rutas rurales, sesiones de inteligencia emocional y dinámicas de convivencia. También se imparten formaciones del Servicio público regional de Atención en Adicciones Tecnológicas (SAAT), donde se abordan temas como la identidad digital o la gestión del tiempo en redes.
Los consejeros Ana Dávila (Familia, Juventud y Asuntos Sociales) y Carlos Novillo (Medio Ambiente, Agricultura e Interior) visitaron este jueves el campamento para conocer de primera mano cómo se desarrolla esta experiencia pionera. “Les estamos ofreciendo algo que no se puede descargar: libertad, tiempo real y contacto humano”, afirmó Dávila. Novillo, por su parte, destacó el valor del medio rural como parte activa del proceso educativo: “Aquí aprenden no solo a desconectar del móvil, sino a reconectarse con el entorno, con el grupo y consigo mismos”.
El Campamento Modo Avión forma parte de la campaña de verano organizada por la Dirección General de Juventud, que este año ha incrementado su oferta con 37 campamentos y 1.135 plazas. Pero entre todas las opciones, náutica, circo, multiaventura o voluntariado, esta propuesta silenciosa y sin wifi se ha convertido en una de las más simbólicas. Porque en un mundo saturado de notificaciones, aprender a desconectar ya no es un lujo, sino una necesidad urgente.