En el barrio madrileño de Hortaleza tuvo lugar un acontecimiento inusual y muy emotivo: los vecinos organizaron una despedida multitudinaria para su farmacéutico Fausto, que llevaba varias décadas trabajando en la zona y se había convertido para muchos en casi un miembro más de la familia.
En su último día de trabajo, salió al mostrador a la hora de siempre, pero en lugar de la cola habitual, se encontró con una gran cantidad de vecinos que se habían reunido para agradecerle sus años de dedicación. Más de un centenar de personas acudieron para darle las gracias y apoyar a alguien que, durante mucho tiempo, no solo había sido un profesional, sino también un buen conversador y un apoyo en la vida cotidiana.
El equipo de la farmacia preparó con antelación un pequeño gesto: colgaron un cartel en el que invitaban a los vecinos a venir a despedirse. En el texto, destacaban que querían ofrecer a Fausto «una despedida llena de cariño», ya que durante muchos años había recibido a la gente con paciencia y una sonrisa amable.