Antonio Basanta, que junto con su esposa lleva varias décadas coleccionando belenes, posee casi 4.000 composiciones navideñas de todo el mundo. Este invierno, tres de ellas se pueden ver en los barrios de Arganzuela, Retiro y Hortaleza.
Su afición comenzó en la infancia con un sencillo belén montado pieza a pieza y, con el tiempo, se convirtió en el proyecto de toda una vida. Hoy en día, la colección cuenta con decenas de miles de figuras procedentes de más de 150 países, desde América Latina hasta África y Asia. Algunas piezas se crearon a lo largo de varios años; otras llegaron tras auténticas peripecias: uno de los belenes procedentes de China tardó más de diez años en llegar debido a las prohibiciones sobre símbolos cristianos.
La magnitud de la colección hace tiempo que superó los límites del hogar, por lo que los belenes se conservan en un espacio especialmente acondicionado. El propio Basanta reconoce que para él no es clave la rareza ni el precio, sino la historia y el material. Aprecia especialmente los belenes con detalles «vivos»: ríos, figuras humanas y escenas de la vida cotidiana.