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Amapola
Las coloridas inflorescencias de la amapola, gráciles pero erguidas en los prados de todo el mundo, se mecen con gracia a la brisa. Apreciadas tanto por su rico simbolismo como por sus propiedades únicas, las amapolas están entretejidas en nuestra propia historia humana. Los antiguos romanos creían que la amapola crecía de las lágrimas de la diosa Venus por su bello amante Adonis, ya fallecido. Y según la leyenda budista, estas flores crecían donde las pestañas del Buda dormido tocaban el suelo.
La amapola es capaz de atraer el amor real y puro a la vida de una persona. Es capaz de «abrir» los ojos de una persona a lo que está sucediendo, en particular, a las personas.
Las amapolas crecen donde menos te lo esperas, y otra peculiaridad es que tienen dos épocas de floración, una a principios de abril y otra a principios de septiembre.
Encontrar un gran campo de amapolas es bastante difícil porque estas flores suelen crecer aisladas y no son fáciles de encontrar. Pero los paisajes de España son infinitos y tenemos la suerte de poder encontrarlas en muchas provincias.
Florece a principios de abril y a principios de septiembre
Polán (Toledo) Castillo de Montalbán (Toledo) A42 Villalona de la Sagra – Illescas (Toledo) Tembleque, al lado de los molinos (Toledo) Cabañas de la Sagra, cerca de la A42 (Toledo) Talavera, camino a las Herencias (Toledo) Caudilla (Toledo) Barcience (Toledo) Mazuecos (Guadalajara) Durón (Guadalajara) Morata de Tajuña, carretera de Rivas a Chinchón (Madrid) Perales de Tajuña (Madrid) Arganda del Rey (Madrid) Pozuelo del Rey (Madrid) San Martín de la Vega (Madrid) Camarma de Esteruelas (Madrid)