El origen de la tradición de comer doce uvas no es del todo conocido. Existe la interesante teoría de que en 1909 los viticultores alicantinos tenían un exceso de esta fruta. Entonces decidieron regalarla a los ciudadanos. Los bodegueros idearon un presagio según el cual si se comían uvas en Nochevieja, traerían sin duda buena suerte.
Un siglo después, vemos el éxito de esta idea. Cuando solo faltan unos segundos para la medianoche, la bola situada en lo alto de la torre desciende acompañada por los sonidos del carillón. Poco después, suenan las campanadas y los vecinos comen doce uvas mientras el reloj marca las horas en la Puerta del Sol. Realmente creen que esto les traerá buena suerte para el año venidero.
Pero esto no ha hecho más que empezar. Madrid no dormirá esta noche. La buena música y la alegría festiva se apoderarán de todos los habitantes.