El punto de partida conceptual de esta muestra es el libro «Naturaleza, Historia, Dios», escrito por el filósofo Xavier Zubiri en 1944. Pero la exposición no pretende ilustrar su contenido. Más bien, las obras plantean una lectura libre y poética de esas tres nociones centrales de la metafísica occidental. Cada artista activa una experiencia formal que remite, de forma sutil, a una dimensión del pensamiento filosófico.
Sandra Val abre el recorrido con una instalación que evoca el jardín como origen simbólico de la naturaleza, utilizando materiales que transitan entre lo frágil y lo ritual. Clara Montoya propone una escultura inmersiva que interpela directamente nuestra responsabilidad histórica y ecológica, uniendo memoria y presente. Finalmente, Núria Fuster cierra el ciclo con una pieza que da voz a la materia inerte, cuestionando la relación entre forma, vacío y conciencia. En su obra resuenan los ecos de Barbara Hepworth, artista que reivindica explícitamente como referencia para repensar el espacio y el vacío como elementos activos en la escultura.
Comisariada por Miguel Cereceda, la muestra ofrece al visitante una experiencia de lectura visual que exige atención y apertura. Aquí, el espectador no recibe respuestas cerradas, sino provocaciones formales que apelan a la interpretación. No hay un discurso único, sino múltiples líneas de sentido que se abren desde lo sensorial.
Las trayectorias de las tres artistas refuerzan la solidez de la propuesta. Fuster ha sido reconocida por su trabajo con materiales reciclados y procesos escultóricos abiertos. Montoya ha expuesto en instituciones internacionales y su obra figura en colecciones como el Museo Reina Sofía o el Parlamento Europeo. Val, por su parte, ha desarrollado una práctica interdisciplinar que une lo simbólico con lo matérico, con presencia en bienales de cerámica, proyectos públicos y exposiciones internacionales.