La obra de El Conde de Torrefiel revela la importancia de la dedicación al arte a través de un compromiso con el tiempo en el que pasado, presente y futuro se dan la mano.
En La luz de un lago, exploran la percepción y la búsqueda de la claridad en un mundo de imágenes. La trama de la película sigue los destinos de una niña, un mendigo y una bailarina que pierde la vista. El colectivo alicantino utiliza materiales orgánicos, desdibujando los límites del teatro. La ceguera se convierte en una metáfora del colapso de la realidad, llena de espejismos y alucinaciones. Textos proyectados y efectos sonoros crean imágenes poderosas pero difíciles de comprender.