Senza Titolo parecerá al público un movimiento perpetuo. La performance en sí se basa en un tubo dorado suspendido horizontalmente en el centro de una sala desnuda, y el propio tubo tiene un micrófono.
En el escenario van apareciendo, uno tras otro, los participantes en la acción. Son diez personas completamente diferentes en género, edad y etnia, pero todas con el pelo largo cayéndoles por la espalda y los hombros. Cada uno de ellos se lava el pelo en un recipiente de plástico, se acerca a un tubo y lo golpea con la punta del pelo. Un micrófono transmite el sonido a la gran sala. Es una acción continua y rítmica que solo cambia cuando el participante lo decide. Además, Claudia Castellucci, con su compañía Mora, nos presenta una muestra de su inclasificable danza llamada Sahara. Esta obra busca el estado inicial del artista, cuyo único recurso es su propia personalidad. En el desierto, la pobreza de materiales y relaciones obliga a la danza a considerar solo lo que tiene: a sí misma como único instrumento.