Del 4 de julio al 2 de agosto, cada viernes una pantalla se convierte en oráculo: Carretera Perdida, Heart of a Dog, Los sueños de Kurosawa, El Planeta Salvaje y Orlando no solo se ven, se atraviesan. Mientras tanto, en Casa Cristóbal, la animación se vuelve rito iniciático con El viaje de Chihiro y Flow, recién coronada en los Óscar.
Los sábados, el sonido toma cuerpo: Ancient Pleasure improvisa con la gravedad, Lauren Duffus funde pulsos digitales con carne abierta, Otay:onii canta desde un piano como quien lanza conjuros, Concepción Huerta y Gibrana Cervantes disuelven las formas en frecuencias, y Tati Au Miel remata con un estallido queer y performático que reescribe el escenario.
Más que un festival, La Terraza Magnética es una grieta. Un lugar desde el que mirar de otro modo. Como un sueño que aún palpita al despertar.