Este refugio antiaéreo, excavado laboriosamente por los vecinos, forma parte de una red de más de mil refugios construidos en ese tiempo en la ciudad. Con sus 400 metros de túneles, que varían entre 1,5 y 2 metros de ancho y alcanzan una altura de 2,10 metros, el refugio fue diseñado para albergar varios servicios esenciales como lavabos, una enfermería, y áreas destinadas para niños.
Visitar el Refugio 307 permite a los visitantes hacer un viaje en el tiempo y experimentar de cerca las condiciones en las que se refugiaban los barceloneses, recordando la crudeza y la realidad de la guerra. Además de su función histórica, el refugio sirve hoy día como un memorial que recuerda la importancia de la paz y la protección de la vida civil frente a los horrores de la guerra.
Para visitar el espacio de lunes a sábado, hay que inscribirse previamente en la web oficial.