La historia de La Pedrera es bastante fascinante. En 1905 Pere Milà y Camps, un abogado, industrial y político español, contrajo matrimonio con Roser Segimon, una mujer acaudalada (gracias a ella el matrimonio tuvo la oportunidad de financiar todos los proyectos y negocios realizados).
Interesados en el Paseo de Gracia, decidieron adquirir una torre rodeada por un jardín y encargaron al arquitecto Antoni Gaudí la elaboración de su nuevo hogar: La Casa Milà. La construcción de la Casa Milà atrajo mucha atención y se le hicieron varios reportajes que más tarde provocaron cierta polémica.
Se conoce que la creación del edificio fue acompañada por varias dificultades y problemas de carácter financiero y legal. Gaudí alteraba todo el tiempo las planificaciones y cambiaba la forma y diseño del edificio. Además, el arquitecto superó el presupuesto declarado varias veces e incumplió los reglamentos municipales, según los cuales el edificio fue construido ilegalmente en términos de su volumen. La mansarda y la azotea excedían el límite máximo permitido, y uno de los pilares de la fachada invadía una parte de la acera del Paseo de Gracia. Pero afortunadamente, después de unos intensos debates, la Comisión del Eixample adquirió al edificio carácter monumental y declaró que la Casa Milà no debía ajustarse estrictamente a los reglamentos municipales, aunque los Milà tuvieron que pagar una multa de 100.000 pesetas (que hoy en día equivale a casi 600.000 €) para legalizarla.
Siguiendo con el tema de la famosa Casa Milà, es interesante destacar que el aspecto poco común de La Pedrera y las disputas entre Antoni Gaudí y matrimonio Milà fueron motivo de varias bromas y burlas públicas.
Los Milà pelearon continuamente con Gaudí por sus pagos hasta llegar a los tribunales. Al final del proceso judicial, Gaudí salió victorioso y Segimon se vio obligada a hipotecar la recién construida Casa Milà para pagar los debidos 105.000 pesetas a Antoni.
La Pedrera, creada con tanto esfuerzo y escándalo, todavía posee un encanto sin igual. Al descubrir los interiores, los visitantes se ven rodeados por los árboles repletos de detalles curiosos. Las habitaciones decoradas con esmero imitando a las formas de la naturaleza crean una sensación surrealista. Se explica que Gaudí tenía como objetivo satisfacer las necesidades de la vida moderna «sin que la naturaleza de los materiales ni sus condiciones de resistencia sean un obstáculo que limite su libertad de acción», es decir, quería crear espacios amplios y muy luminosos de una belleza extraordinaria inspirada en la naturaleza.
Además de su belleza arquitectónica, Casa Milà alberga un fascinante museo que exhibe la historia y vida durante la época en la que fue construida. Los visitantes pueden explorar las distintas habitaciones y descubrir cómo era la vida en Barcelona a principios del siglo XX.