Construido a inicios del siglo XX, ha sido famoso por múltiples razones. Fue conocido como el lugar al que iban a parar los reclusos acusados de crímenes políticos en la dictadura de Franco. Además, fue utilizado como centro de internamiento para personas homosexuales también durante la dictadura franquista.
Basado en la política de vigilancia extrema, era la mejor opción para los presos a los que no querían perderle ni pies ni pisadas. Se utilizó como idea central la del panóptico, presentada por el filósofo y jurista Jeremy Bentham. La idea era una cárcel periférica donde la vigilancia se realizaba desde el centro, lo que propiciaba la visión total de todos los reclusos.
En 2017 cerraron sus puertas como presidio y las abrieron al público. Es considerado Bien cultural parte del patrimonio cultural de Cataluña y Bien con protección urbanística, por lo que aumenta la atracción del edificio.
Ahora, cualquier fin de semana que tengas libre, puedes pasarte por ahí y caminar los pasillos que vivieron las experiencias de reclusos y guardias, en una de las cárceles más famosas de España.