El hallazgo —un frente de extracción de gres blanco quarsítico de 30 metros de largo, cinco de alto y 4,5 de ancho— refuerza la hipótesis de que Montjuïc fue durante siglos una fuente clave de piedra para la urbanización romana del Pla de Barcelona.
La importancia arqueológica de la estructura ha llevado a conservar parte del yacimiento en la segunda planta subterránea del nuevo edificio: un tramo de ocho metros de largo por tres de alto. Marcas de herramientas antiguas, restos de hierro incrustados y signos de extracción a cielo abierto ofrecen pistas sobre las técnicas romanas de explotación y los orígenes de Bàrcino.
La nueva sección enlaza con otra pedrera descubierta en 1990, lo que sugiere que el volumen de piedra extraído de Montjuïc fue mucho mayor de lo estimado. En los próximos meses se llevarán a cabo análisis cerámicos y paleoambientales que podrían arrojar nueva luz sobre los inicios de Barcelona.