Ahora, esta joya arquitectónica situada en Poblenou, a solo 150 metros del Mediterráneo, sale al mercado por 8 millones de euros, representada por Sotheby’s International Realty.
El edificio, de más de 1.100 metros cuadrados y cuatro plantas conectadas por ascensor, mantiene la esencia de su pasado industrial con muros de ladrillo visto, vigas metálicas y ventanales monumentales, pero la reinterpreta con una estética luminosa y vanguardista. En su interior, el espacio fluye entre lo doméstico y lo artístico: cinco dormitorios, cinco baños, un taller creativo y un sótano reconvertido en sala de catas evocan el alma original de la bodega.
La casa está pensada para el placer sensorial: piscina climatizada, jacuzzi elaborado con una vieja barrica de vino, terrazas bañadas por la luz natural y rincones que invitan al descanso. Cada detalle, desde el mobiliario hasta la textura de los materiales, parece diseñado para dialogar con la historia del lugar.
Más que una vivienda, Morvan ha creado un manifiesto sobre la belleza de lo reutilizado, una residencia que encarna la nueva Barcelona: audaz, creativa y capaz de convertir su pasado industrial en arte habitable.