Después de dos años cerrado, el Terrado Vivo —el jardín de 7.100 m² ubicado en la azotea del Museu de Ciències Naturals— vuelve a florecer, y lo hace con más vida que nunca.
Lejos de ser solo un espacio bonito con vistas, este jardín suspendido se transforma ahora en un auténtico laboratorio natural. Uno de sus grandes estrenos es el Mesocosmos: una serie de cúpulas abiertas que simulan un aumento de temperatura de 2 °C para estudiar, en condiciones reales, cómo afectará el cambio climático a la biodiversidad.
La otra gran novedad es una muestra de flora mediterránea que cruza fronteras: especies originarias no solo del Mediterráneo, sino también de zonas hermanas en clima como California, Sudáfrica o Chile. Todo esto convive con prados, estanques y hoteles para insectos, creando un microcosmos vivo sobre los tejados de la ciudad.
El Terrado Vivo puede visitarse de forma gratuita en las tardes de domingo, y está incluido en la entrada general del museo. Un lugar donde ciencia, naturaleza y ciudad se dan la mano... a más de 20 metros del suelo.