A finales de 2024, la oficina municipal de objetos perdidos almacenaba 701 móviles, 647 DNI y cientos de carteras, monederos y llaves. Son las estrellas de un ranking involuntario que revela qué pierden con más frecuencia los barceloneses… y los turistas.
El fenómeno va en aumento: desde 2021, el ayuntamiento cataloga cada artículo por separado, y en apenas cuatro años el número de objetos extraviados casi se ha duplicado. El transporte público lidera la estadística: solo metro y autobuses entregaron 17.257 objetos el año pasado, por encima de los 13.404 de la Guardia Urbana o los 6.693 de los Mossos.
Muchos nunca regresan a sus dueños. Documentos oficiales vuelven a la administración que los emitió, mientras que móviles, tabletas y portátiles se formatean antes de ser reciclados o reutilizados. La oficina, abarrotada, es al mismo tiempo archivo del olvido y espejo de la vida acelerada de la ciudad.