Las vacaciones, pensadas para recargar energías, se convierten en una extensión de la oficina para la gran mayoría de empleados en España. Un estudio de la consultora Synergie revela que el 88% de los profesionales permanece conectado a su empleo durante el verano, ya sea respondiendo correos, atendiendo chats corporativos o revisando notificaciones fuera de horario.
Las consecuencias son claras: el 42% de los trabajadores reconoce haber sufrido problemas psicológicos relacionados con la falta de desconexión. Un 28% los vincula directamente a la presión laboral, mientras que un 25% señala la incapacidad de separarse del mundo digital. En cifras, cada empleado recibe de media 120 correos al día y unos 58 mensajes de chat fuera de jornada, lo que genera un estado de alerta permanente y fenómenos como el llamado stresslaxing, el deseo de relajarse sin conseguirlo por la carga mental acumulada.
El impacto también alcanza a las empresas: la ausencia de descanso real eleva los casos de burnout, aumenta la rotación y debilita el compromiso de los equipos. En contraste, aquellas organizaciones que protegen el bienestar de sus plantillas, limitando comunicaciones fuera de horario y aplicando políticas de desconexión digital, consiguen mayores niveles de motivación y fidelización del talento. Los expertos insisten en que garantizar pausas auténticas ya no es solo una cuestión legal, sino un factor estratégico en la era digital. Allí donde el trabajador percibe que su salud mental es prioritaria, crece su rendimiento y también la competitividad de la compañía.