La fachada interior y el patio privado de la Planta Noble, antigua vivienda de la familia Batlló, han sido restaurados por completo, desvelando la visión original de Antoni Gaudí con una fidelidad sorprendente.
Bajo capas de pintura y décadas de intervenciones, los expertos hallaron los colores auténticos del estuco —oscuros y sobrios— y el blanco puro de las rejas de forja. Ese hallazgo cambió el rumbo del proyecto: se trataba de borrar las huellas del tiempo y devolverle al espacio su alma original. Así, el jardín oculto de Gaudí, pensado como un oasis familiar, ha recobrado su armonía perdida.
La restauración, con una inversión de 3,5 millones de euros y un equipo de artesanos locales, no solo ha devuelto elementos desaparecidos —como la pérgola central de brezo o las jardineras—, sino que ha reproducido el pavimento de mosaico Nolla con 85.000 piezas ensambladas a mano, recuperando texturas, colores y técnicas olvidadas.
Lo que parecía un proyecto técnico se convirtió en una travesía arqueológica. «Era como revelar un negativo fotográfico», cuenta el arquitecto Xavier Villanueva. Gaudí, una vez más, sorprende desde el silencio de los materiales.