Pero Nox no quiere parecerse a los trenes tradicionales: sus cabinas privadas —individuales o dobles— prometen una experiencia casi hotelera sobre raíles. Equipadas con camas de dos metros, escritorio, espacio para equipaje y, en algunos casos, ventanales panorámicos, buscan seducir tanto a turistas como a viajeros de negocios que ya no quieren renunciar a la comodidad mientras cruzan el continente. Todo, desde 79 euros por trayecto.
La idea nace de dos fanáticos del ferrocarril: Janek Smalla, ex FlixTrain, y Thibault Constant, youtuber de Simply Railway, que ha recorrido más de 400 trenes nocturnos. Su visión: devolver al tren nocturno el protagonismo perdido frente al avión, pero con una oferta moderna, flexible y privada.
Con ciudades como París, Roma, Ámsterdam o Barcelona en su hoja de ruta, Nox quiere convertir el viaje en tren en algo más que un medio de transporte: una experiencia que empieza en la estación y termina con el desayuno en otra ciudad.