El Olivo Milenario de Sant Jordi, en pleno corazón del Territorio Sénia, ha sido elegido el Mejor Olivo Monumental de España 2025, y no es solo por su tamaño —770 cm de perímetro— ni por su edad —plantado en el año 744—, sino por lo que representa: la memoria viva de una tierra que ha sabido respetar sus raíces.
Ubicado en la partida Mas Na Cabanes, este coloso de la variedad Farga sigue dando aceitunas como si el tiempo no existiera, y su silueta retorcida parece sacada de una novela. Cada rama encierra siglos de historia; cada nudo, una resistencia callada.
La distinción, otorgada por la AEMO, también reconoce el trabajo paciente de la familia Marí Sospedra y el compromiso del Ayuntamiento de Sant Jordi por convertir este olivo en algo más que un árbol: en símbolo, en relato, en futuro.
Ya son ocho los olivos del Territorio Sénia que han recibido este galardón. Pero pocos como este logran recordarnos que el patrimonio no siempre se encierra en museos. A veces se encuentra al borde de un camino, bajo un cielo quieto, contando historias sin decir una palabra.