Antes de abrir oficialmente sus puertas con el tradicional Trofeo Joan Gamper en agosto, el club organizará en julio una prueba piloto con público, una especie de ensayo general para asegurarse de que todo fluya como debe.
Será una jornada sin puntos en juego, pero con mucho en juego: se simulará un partido amistoso con voluntarios como aficionados, para analizar en tiempo real cómo se comportan los accesos, las salidas y la circulación dentro del estadio, que en su reapertura parcial recibirá a unos 60.000 espectadores.
El Barça no quiere dejar nada al azar. Por eso pedirá comenzar la próxima temporada liguera lejos de casa, para que su regreso al Camp Nou, tras una larga espera y una ambiciosa transformación, se produzca con garantías y con el estadio rodado.
Este simulacro no será un partido más. Será la primera ovación, la primera ola, el primer rugido contenido de una afición que está a punto de reencontrarse con su casa. Aunque ficticio, será un regreso cargado de realidad.