Desde que Renfe retiró el Avlo, su servicio de bajo coste entre Barcelona y Madrid, los precios del tren se han disparado un 40% en apenas tres semanas, según datos de Trainline.
El trayecto más popular del país cuesta ya más de 80 euros de media, frente a los 60 del año pasado. Ni Ouigo ni Iryo han resistido la tentación: ambas compañías también han incrementado tarifas, aprovechando el hueco dejado por el Avlo.
El servicio suprimido representaba uno de cada seis billetes vendidos en el corredor. Sin él, los pasajeros se enfrentan a un mercado sin opciones realmente asequibles. «La desaparición de la oferta low cost repercute de inmediato en los precios», admite Pedro García, responsable europeo de Trainline, que aún confía en una corrección «por el bien de los viajeros».
El fenómeno confirma una paradoja: pese al encarecimiento, los trenes siguen llenos. La alta velocidad vive su mejor momento en número de pasajeros, aunque cada vez más lejos del espíritu con el que nació la liberalización ferroviaria.
Hoy, cruzar España en AVE es tan rápido como siempre. Pero también, como nunca antes, más caro.