¿Te sientes obligado a ser feliz en Navidad? Descubre por qué no todos viven estas fiestas igual. Expertos advierten sobre la presión social y sus efectos. Aprende a gestionar expectativas y emociones. Consejos para afrontar el duelo y la frustración. Lee cómo vivir unas fiestas más auténticas.
La llegada de la Navidad no siempre significa alegría para todos. Mientras algunos disfrutan de la celebración, otros sienten una presión social por aparentar felicidad, lo que puede derivar en malestar emocional. En barrios como Poblenou, vecinos reconocen que la obligación de mostrarse contentos convierte la fiesta en algo hipócrita y poco natural.
Especialistas del Hospital Sant Joan de Déu advierten que la expectativa de vivir un «Nadal ideal» puede aumentar síntomas de ansiedad, tristeza, irritabilidad y problemas de sueño. El contraste entre lo que se espera y la realidad incrementa el riesgo de problemas de salud mental, por lo que recomiendan rebajar las expectativas y adaptar la celebración a las posibilidades de cada uno.
Los expertos insisten en que la Navidad puede ser significativa sin necesidad de ser perfecta. Recomiendan dar espacio a las emociones y hablar abiertamente de ellas para evitar desbordamientos. Cuanto más se normalice que cada persona vive estas fechas de forma diferente, más fácil será gestionar el periodo navideño.
La psicóloga Mireia Martí subraya la importancia de flexibilizar las tradiciones y respetar las necesidades individuales y familiares. Si es necesario, aconseja pactar reuniones más cortas para evitar tensiones. Además, en situaciones de duelo, recomienda expresar los sentimientos y realizar rituales que permitan recordar a los seres queridos durante estas fechas.
Una de las frustraciones más comunes en Navidad es no poder mantener las tradiciones familiares de generaciones anteriores. Esto puede generar sentimientos de culpa y vergüenza. El médico Xavier Fàbregas, director del centro de Salud Mas Ferriol, aconseja priorizar los propios deseos frente a las imposiciones externas. También señala que las dificultades económicas, como no poder hacer regalos o preparar una mesa como la de los anuncios, añaden presión innecesaria. Fàbregas recuerda que la Navidad debe ser una oportunidad para reencontrarse con personas queridas, sin exigencias irreales.