El proyecto, financiado con 1,3 millones de euros de los fondos europeos Next Generation dentro del Plan de Sostenibilidad Turística, pretende reconciliar la ciudad con sus manantiales.
Entre los trabajos destaca la Font de la Budellera, joya patrimonial en Sarrià-Sant Gervasi, donde se mantendrá el flujo de agua de surgencia y se mejorará la accesibilidad. Allí permanece, desde 1988, el escudo de Barcelona diseñado por Antoni Tàpies. Otras fuentes recuperarán su historia: Mas Guimbau recordará su pasado como embotelladora de aguas medicinales, Can Castellví incorporará bombeo solar y el Laberint d’Horta estrenará un circuito de fauna con balsa naturalizada.
Los trabajos también llegarán a Nou Barris y Horta-Guinardó, con actuaciones que devolverán frescor a espacios olvidados y eliminarán usos inadecuados, como aparcamientos junto a manantiales.
El objetivo va más allá de la restauración: se trata de reactivar un vínculo cultural y natural con la sierra, donde cada fuente será de nuevo punto de encuentro, refugio climático y símbolo de una Barcelona que mira hacia el futuro sin olvidar sus raíces de agua.