Una realidad que no cabe en las cifras
Cada 40 segundos alguien en el mundo decide acabar con su vida. Son casi un millón de personas al año. Y por cada una de ellas, hay al menos 20 intentos más. No son números fríos: son hijos, amigos, parejas, abuelos, vecinos. Detrás de cada pérdida queda una red de corazones heridos.
El suicidio, además, es la segunda causa de muerte en jóvenes de 15 a 29 años, lo que revela una generación marcada por silencios y presiones invisibles.
Señales que no debemos ignorar
A veces las alertas llegan disfrazadas:
- Frases como «ojalá no existiera».
- Aislamiento repentino.
- Cambios bruscos de humor.
- Conductas de riesgo o autodestructivas.
- Despedidas extrañas, como si fueran definitivas.
Cuando alguien enciende estas luces rojas, nuestra voz puede ser el puente entre la oscuridad y la esperanza.
Qué podemos hacer tú y yo
La prevención no depende solo de profesionales; también depende de nosotros, de cada gesto cotidiano:
- Hablar del tema sin miedo ni tabúes.
- Preguntar con empatía: «¿Cómo estás de verdad?».
- Romper el estigma de la salud mental compartiendo nuestras propias experiencias.
- Recordar que pedir ayuda no es un signo de debilidad, sino de valentía.
En España, el Teléfono de la Esperanza (717 00 37 17) está disponible las 24 horas.