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Las mejores cocas de Sant Joan de Barcelona

Cuando llega Sant Joan, en Barcelona no solo se encienden las hogueras: también los hornos. Las cocas llenan las vidrieras de las panaderías y elegir una sola se vuelve difícil. Hay para todos los gustos. Están las clásicas con fruta y anís, las que llevan crema o cabello de ángel, y las que se animan a jugar con rellenos distintos. Algunas recetas vienen de generaciones atrás, otras nacieron hace poco, pero todas tienen algo que invita a probar un bocado más. Acá van algunas de las mejores para disfrutar en familia, con amigos o como excusa para celebrar.

L’Atelier Barcelona
Foto por latelierbarcelona.com
Morreig
instagram.com/morre_ig

Morreig

Panadería reconocida ahora como la creadora de la mejor coca tradicional de Sant Joan 2025 en Barcelona. El premio no fue casualidad: el brioche se percibe esponjoso, con aroma sutil a azahar y rayas cítricas que despiertan curiosidad. Al tacto, la masa suelta esa suavidad justa, y los trozos de fruta confitada y piñones encima no son solo adornos: suman textura, y hasta crujen.

Se mezcla tradición y un punto moderno que no se siente forzado. Esa combinación hace que, al probar un trozo, parece que todo está bien pensado, sin ser pretencioso. Quizás haya alguna nota suave de anisete, algo discreto, casi imperceptible, pero que redondea la experiencia.

 C/ Verdi, 25
Pastisseria Natcha
instagram.com/pastisserianatcha

Pastisseria Natcha

Esos escaparates que brillan con luces suaves ya avisan que lo que está adentro vale la pena. La coca de Sant Joan de Natcha sorprende: la masa trae ese equilibrio entre aireada y firme, como si estuviera pensando en cada mordisco. La fruta confitada no se siente exagerada; al contrario, se integra sin robar atención. Y si alguien la prueba con crema, la unión es casi poética. Al salir, la caja te acompaña bien calentita – ojo, que no hay que esperar demasiado porque se enfría y pierde un poco esa gracia. Pero apenas la sacas, se nota que fue hecha con cierto mimo. Ideal para compartir en rondas al aire libre, mientras las chispas vuelan y las risas no paran.

 Av. Sarrià, 45
Fleca Rovira
instagram.com/flecarovira

Fleca Rovira

La vitrina de Fleca Rovira siempre llama la atención: esos colores suaves, los brillos de la fruta, y una sensación casi casera. La coca se ve prometedora antes de darle un mordisco, y al probarla, no defrauda: la masa es bien equilibrada, ni demasiado blanda ni dura. Se siente ese punto rústico, de horno de barrio, con aroma a manteca y un dejo de levadura trabajada a conciencia. El sabor trae memoria de verbenas pasadas: un toque de anís, como si estuviera ahí medio escondido. Y la textura, cuando se repite en la boca, tiene esa mezcla de crujiente (por los piñones), cremosa (si viene con relleno) y tierna (la masa), que permite seguir hasta el final.

 Av. Gaudí 75
Forn el Racó
instagram.com/fornelraco

Forn el Racó

El local tiene ese aire de panadería de siempre, pero bien cuidada. Huele a horno, a masa, a azúcar tostada. Al entrar, el horno se muestra casi como protagonista: la coca se asoma en bandejas, como incitando a probarlas. La masa luce tersa, con un dorado parejo y al tacto resulta ligera, pero firme, nada de desmoronarse. Los piñones descansan arriba, distribuidos con gracia sin amontonar. Y la fruta confitada, como si hubiera sido elegida a mano, se combina con pequeños toques de crema pastelera que se asoman con elegancia. Ese contraste —la ligereza de la masa con lo crocante de los piñones y lo sedoso de la crema— genera una sensación de equilibrio que invita a seguir. A veces se nota un ligero aroma cítrico o un dejo apenas dulce de anís; pero está ahí nomás, sin empalagar. Las medidas están bien calibradas.

 Pl. Porxada, 1, Granollers, Barcelona
La Coca de Folgueroles
instagram.com/lacocadefolgueroles

La Coca de Folgueroles

La fachada es cálida: letras redondas, colores pastel y vidrieras que invitan apenas pasas por la vereda. En cuanto entras, el aroma a bollería recién hecha te envuelve: un vaivén de manteca, azúcar y un soplido de horno casero.

La coca de Sant Joan que ofrecen no hace alarde, pero está increíble. La masa tiene ese punto suave, nada rígida, nada chiclosita. Se nota que aman lo que hacen. La fruta confitada no es abundante, pero sí suficiente: jugosa, natural, bien distribuida. Los piñones, crujientes y perforados por el susurro del horno, aportan textura sin colapsar el bocado.

 C/ Camí Vell de Vic, 16, Folgueroles (Osona)
Pastelería «Bubó»
bubo.es

Pastelería «Bubó» 0+

El local de Born tiene aire de joyería dulce: vitrinas impecables y todo preparado como para un escaparate. Pero apenas entras, queda claro que la puesta en escena acompaña algo muy bien logrado. El aroma a brioche, crema y fruta se siente casi antes de ver la coca. Y sí, es moderna, distinta, con «ese algo» que no suele encontrarse en las panaderías de toda la vida.

La coca de Sant Joan de fruta confitada y piñones tiene una masa esponjosa y aromática, hecha con miel, naranja y un toque de anís y vainilla madagasca que equilibra genial. La de crema y piñones, o incluso la de nata catalana y piñones para quien prefiere lo clásico, luce bien tentadora: la crema no abusa, pero acompaña con suavidad sin dominar. Se nota que está pensada para que la coca no se vuelva empalagosa. Los detalles de presentación recuerdan al cuidado artesanal, pero la degustación confirma que no es solo imagen: la calidad está adentro.

 C/ Caputxes, 10
L’Atelier Barcelona
latelierbarcelona.com

L’Atelier Barcelona

Este lugar tiene algo que atrapa. No se sabe si es por cómo está montado, con ese equilibrio entre escuela y pastelería de autor, o por el aire tranquilo que se respira apenas se cruza la puerta. La estética está cuidada al detalle, pero sin perder calidez. Las vitrinas lucen limpias y sobrias, sin exceso. Cada pieza parece colocada con intención, sin que nada desentone.

Su coca de Sant Joan combina técnica pastelera con respeto por la tradición. La masa es aireada, suave y con una elasticidad que se mantiene de principio a fin. No es solo pan dulce: es un brioche bien trabajado, con una fermentación cuidada que se nota al morder. Ofrecen versiones con fruta confitada y piñones, pero también algunas más atrevidas, como la de crema de almendra o toques cítricos. Los piñones vienen bien tostados, en su punto, y la fruta aparece con brillo natural, sin ese exceso almibarado que suele molestar.

 C/ Viladomat, 140 bis
Pastisseria Oriol Carrió
oriolcarrio.cat

Pastisseria Oriol Carrió

Una pastelería de barrio que se siente cercana desde el primer vistazo. El local, con aire familiar y vitrina clara, combina tradición y oficio: se nota que hay historia detrás. El aroma a mantequilla y masa recién fermentada te recibe apenas entras. La coca de Sant Joan, de crema o fruta confitada, se siente cercana: sabores limpios, sin vanidad. En 2019 fue premiada como mejor coca crema en Barcelona. Esa distinción no es casualidad. La masa de brioche es fina, tierna, pero con cuerpo. No se hunde ni queda blanda, simplemente acompaña.

Cada elemento encaja. La crema pastelera aparece con delicadeza, sin saturar. La fruta confitada aparece en su justa medida: no empacha, no disimula. Los piñones, hechos del obrador, se sienten ricos, con ese crujir limpio que define el producto artesanal.

 C/ Bailèn, 216 C/ Provença, 139
Brunells
instagram.com/brunells1852

Brunells

Un clásico de Barcelona desde 1852, con esa fachada discreta que se mimetiza con la esquina del Born, pero que guarda dentro un horno antiguo y mucho oficio. El local abrió hace siglos y el aire huele a masa y tradición; pocas cosas en vitrina, todo con un estilo sobrio que respira calma.

Para Sant Joan, la propuesta creativa se lleva todas las miradas. La coca premiada 2024 es de formato brioche redondo, con chocolate con leche, praliné de avellana y crumble de cacao, una versión pequeña para devorar enseguida o grande para compartir con amigos. También destaca la coca de limón, albahaca y aceite de oliva, ganadora del premio a la mejor coca creativa 2024, un giro fresco y poco común en estas fechas.

 C/ Princesa, 22
La Pastisseria Barcelona
lapastisseriabarcelona.com

La Pastisseria Barcelona

El local está a dos pasos de la plaza Letamendi, un rincón tranquilo en el Eixample. Una parada que no llama la atención desde la calle, pero una vez adentro engancha: la atmósfera es sobria, casi elegante, sin ser pomposa. Hay espacio para mesas pequeñas, ideal para sentarse a disfrutar con calma un café y una porción de coca recién cortada.

En Sant Joan, su apuesta es la coca Xoco-Passió, ganadora del concurso de mejor coca de chocolate. Base de brioche suave, relleno de dos chocolates, cobertura de ganache, sumando fruta de la pasión para equilibrar acidez y dulzor. Todo con equilibrio muy fino, sin empalagar, y esa textura tierna que se deshace en el plato. La sensación que deja la Xoco-Passió es: calidad de pastelería alta, creatividad sin estridencias y una confianza en que lo bien hecho no necesita gritar. Una opción segura para quienes buscan impresionar en la mesa sin recargar. Perfecta para sorprender en la revetlla.

 C/ Aragó, 228
Pastelerìa Hofmann
lapastisseriabarcelona.com

Pastelerìa Hofmann 0+

La coca de Sant Joan de Hofmann es una obra sin alarde. La masa tiene ese equilibrio difícil: aireada, pero no hueca; esponjosa sin convertirse en pan. Se nota que el proceso está controlado al detalle, sin robaplanos, para mantener esa textura perfecta que no se desmorona. La fruta confitada aporta un color discreto, casi natural, como si hubiera sido justificada por su sabor, no por adornar. Los piñones, dorados y con un crujiente fino, encajan con delicadeza. Si viene con crema, aparece en puntitos: calma el conjunto, sin cubrir ni opacar. El local tiene mesas pequeñas y luz cálida, que hace más relajado el momento. Ideal para entrar con tiempo, sentarse, tal vez tomar un café al lado, y disfrutarlo. No es raro que se escuche alguna charla de barrio, un saludo del panadero, un detalle que lo hace cercano.

 C/ Flassaders, 44
Saskia Pastelería
instagram.com/saskia_pasteleria

Saskia Pastelería

La entrada invita a explorar: una decoración moderna con toques cálidos, y vitrinas limpias donde las creaciones se lucen sin gritar. El aire huele fresco, mezcla de masa dulce y manteca, casi como si insistiera en que se saque un trozo sin pensarlo mucho. La coca de Sant Joan de Saskia sorprende por su punto: la masa es ligera, pero firme, y se percibe aireada, casi algodonal al tacto. No se desinfla al primer mordisco, pero sí se siente suave, con humedad equilibrada. Se nota cuidado en la fermentación: ni dura, ni gomosa.

El local, pensado para sentarse: mesas bajas, luz tenue y un silencio amable contra el bullicio de la ciudad. Ideal para parar un momento, acompañar con un café y disfrutar. Es una coca que no compite: pisa suave junto a la noche de Sant Joan, suma sin robar la escena.

 C/ Tolrà, 48

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