Las raíces de Sant Medir se remontan a una promesa hecha en 1828 por el panadero Josep Vidal i Granés de Carrer Gran en Gràcia. Enfrentándose a una enfermedad, Vidal prometió que si se recuperaba, emprendería una peregrinación anual a la Ermita de Sant Medir. Fiel a su palabra, Vidal cumplió su promesa ese año y, con el tiempo, más personas se unieron a él, formando los grupos festivos.
Originalmente, al regresar de la peregrinación, Vidal lanzaba judías al público, un acto simbólico en honor al santo que, según la leyenda, sembró estas judías. Con el tiempo, las judías fueron reemplazadas por dulces, ganando a la celebración su conocido apodo, la «dolça festa» o dulce fiesta.
El festival presenta vibrantes procesiones matutinas con caballos, carrozas y camiones arrojando dulces. Le sigue una peregrinación a la Ermita de Sant Medir en la sierra de Collserola, donde los peregrinos rinden homenaje. A su regreso, los grupos festivos lideran un animado desfile musical, o «cercavila», por las calles del vecindario, compartiendo dulces con el público entusiasta.
La cabalgata con caramelos tendrá lugar en varios barrios de la ciudad en días diferentes.
El Festival de Sant Medir encarna una celebración dulce y simbólica, entretejiendo historia, tradición y el espíritu perdurable de la comunidad. Mientras los grupos festivos continúan desfilando por las encantadoras calles de Gràcia, Sant Medir sigue siendo un testimonio del poder duradero de las promesas, leyendas y la alegría de compartir dulces con otras personas.