La inauguración, guiada por el Circ Històric Raluy, marcará el tono de esta edición: un prólogo de acrobacias, humor y fantasía que dará paso al encendido de unas luces diseñadas exclusivamente para el Port de Barcelona. El rojo bañará muelles, árboles y fachadas, mientras la torre de Jaume I volverá a erigirse como un faro navideño que cada noche encenderá su propio espectáculo.
Pero «Nadal al Port» no es solo una postal luminosa. Es un ecosistema vivo donde escuelas, entidades sociales y asociaciones del entorno toman protagonismo. Sus talleres, juegos y propuestas educativas llenan el moll de la Fusta, invitando a los más pequeños —y a los que no lo son tanto— a descubrir qué ocurre dentro de un puerto cuando no lo miramos.
En los escenarios, más de quinientos participantes darán forma a una programación plural: corales, compañías emergentes, músicos jóvenes y proyectos comunitarios que convierten la tradición en algo siempre nuevo. A ello se suman citas ya imprescindibles como la Copa Nadal, el Primer Bany de l’Any o las regatas que recuerdan que Barcelona respira mar incluso en pleno invierno.
El Tinglado Reial, uno de los grandes éxitos del año pasado, regresa para transformar dos jornadas de enero en una aventura: cartas, talleres, secretos logísticos y la ilusión de colarse en los cuarteles generales de los Reis d’Orient. Un trenet nadalenc llevará a las familias hasta este pequeño universo de tradición marinera.
Y este año, una novedad que invita a vivir el Port desde dentro: los batejos de vela gratuitos. Una primera navegación, suave y cercana, que quiere acercar la náutica a todos y reivindicar la relación ancestral entre Barcelona y el Mediterráneo.
De la Fira de Nadal al Palau de Nadal, del Maremagnum convertido en «Gingerland» a las actividades solidarias del Museu Marítim, «Nadal al Port» vuelve a demostrar que la Navidad, aquí, se vive con horizonte azul y aroma de sal. Una celebración que une ciudad, mar y comunidad como pocas otras.