Esta peculiar figura recorre la feria y las calles cercanas a la Catedral y el Barrio Gótico, repartiendo caramelos entre los niños y niñas.
Cada día de la festividad, un grupo distinto de Ciutat Vella acompaña a la Carassa, haciéndola bailar al ritmo de gralles y tambores, convirtiendo este evento en una tradición festiva única.