Ese alguien, para THE KID, tiene un rostro joven. Rebelde. Inconforme. Sus obras —esculturas hiperrealistas, pinturas fragmentadas, instalaciones que descolocan— son el grito de una generación que se niega a heredar un mundo roto sin hacer preguntas.
En un tiempo de muros invisibles y promesas recicladas, THE KID captura las tensiones del presente con una crudeza casi incómoda. Toma íconos del pasado y los viste de futuro, juega con la estética pop y la inocencia infantil para hablar de poder, de desigualdad, de libertad y de culpa. Porque, como advertía Coretta Scott King, cada generación tiene que conquistar su propia libertad.
The Future is Old no decora, incomoda. No busca respuestas fáciles, sino abrir grietas. Allí donde otros ven nostalgia, THE KID ve advertencia. Allí donde otros ven futuro, él pregunta: ¿el futuro de quién?
Una exposición que no se contempla, se atraviesa. Una experiencia que no deja salir igual que se entra. Porque a veces el arte no solo es un reflejo del mundo. A veces es un desafío directo.