En «Maquinal», cada elemento está cuidadosamente orquestado para modificar la experiencia del visitante: las luces cambian su intensidad, los sonidos capturan la atención y las personas se mueven, creando un flujo constante que afecta y transforma el espacio de la exposición. Este flujo continuo de elementos visuales y auditivos plantea un juego entre la realidad tangible y lo que el espectador puede llegar a imaginar o sentir.
La obra de Montenegro en «Maquinal» es una exploración de las distancias físicas y emocionales que existen entre la presencia y la percepción, ofreciendo a los visitantes una oportunidad única de ver más allá de lo aparente y de cuestionar las presencias en este lugar. Esta exposición no es solo una muestra de arte visual; es una experiencia viva que evoluciona y se reinventa con cada nuevo espectador.