Este proyecto interroga críticamente los fundamentos de las instituciones culturales, sociales, y políticas, usando el arte como herramienta para perforar las paredes de los museos y llevar la protesta a sus interiores. Se exploran temas como la autonomía, la agencia, la soberanía, y la resistencia, en un intento de dar voz a quienes habitualmente quedan marginados del discurso dominante.
A lo largo de diez meses de trabajo colaborativo, estos colectivos han desplegado un lienzo de cuestiones vitales que van desde el dolor hasta la ecología, pasando por la memoria y la resistencia, todo ello en un intento de habitar los espacios de los otros, escuchar sus cuerpos y vivir radicalmente en prácticas alternativas.
La exposición, que se desarrolla en un diálogo continuo entre lo social, lo urbano, lo tecnológico y lo vital, ofrece un espacio para agitar conversaciones, permitiendo el intercambio de perspectivas y fomentando un ambiente de escucha activa. Esta intervención, rica en contenido y crítica, invita al público a reflexionar sobre quién es representado por los derechos existentes y quién queda excluido, marcando un punto de encuentro crucial para la discusión sobre el derecho a la participación y la creación en el ámbito cultural.