A través de autorretratos fotográficos, performances y videoinstalaciones, la muestra se organiza en cuatro ejes que abordan el homoerotismo prehispánico, las políticas del cuidado como espacios de liberación queer, los actos de autodeterminación más allá de lo humano y la recuperación de historias silenciadas como formas de conocimiento y rebelión.
En cada una de sus piezas, Motta traza una genealogía de la insubordinación, conectando tiempos y geografías para desafiar los discursos normativos que han intentado borrar la existencia de cuerpos, deseos e identidades disidentes. Su obra es un grito contra la desaparición y el epistemicidio, un espacio donde la memoria queer no solo resiste, sino que se reescribe con furia y dignidad.