Durante hora y media, Casanova desgrana anécdotas vividas (y sobrevividas) en el territorio del match: conversaciones imposibles, fotos sospechosas, perfiles que desafían la lógica y malentendidos que solo pueden resolverse con humor. Su mirada es irónica, tierna y demoledora, y convierte la experiencia digital en un espejo donde todos —solteros, parejas y «lo que surja»— pueden reconocerse.
La gracia del espectáculo es que nada está del todo cerrado: cada función es diferente, una mezcla de confesión, observación y juego con el público que mantiene al teatro en permanente estado de expectativa. Ya lo han visto más de 200.000 espectadores, y no es difícil entender por qué: Tinder Sorpresa no solo hace reír, también captura con precisión ese vértigo contemporáneo de buscar compañía entre swipes. Un plan perfecto para reírse de uno mismo y, quién sabe, quizá salir con un match inesperado.