Esta versión, interpretada con la precisión y la fuerza expresiva que caracterizan a la compañía ucraniana, nos sumerge en un universo donde el amor y la hechicería conviven en equilibrio inestable. El príncipe Sigfrido, atrapado entre el deber y el deseo, se encuentra con Odette, una joven condenada a vivir como cisne por culpa del embrujo del oscuro Von Rothbart. Pero nada es tan simple cuando entra en escena Odile, el cisne negro, espejo engañoso de la protagonista y herramienta del mal.
La propuesta destaca no solo por su impecable ejecución técnica, sino también por su sensibilidad estética: una escenografía que evoca paisajes oníricos, un vestuario que amplifica cada gesto y una interpretación musical que convierte la obra de Chaikovski en una fuerza narrativa por derecho propio.
Más que un ballet, El lago de los cisnes es aquí un hechizo escénico que habla de identidad, libertad y redención. Una oportunidad única para ver cómo una historia centenaria cobra nueva vida en manos de una de las compañías más aclamadas del momento.