La historia, conocida por generaciones, vuelve a desplegarse desde la mirada de Clara, una niña que en Nochebuena recibe un cascanueces con forma de soldado. En la quietud de la madrugada, ese obsequio se convierte en la puerta de entrada a un universo extraordinario: juguetes que despiertan, batallas que se libran bajo un árbol gigantesco, reinos hechos de azúcar y jardines que parecen surgir de un sueño.
En esta nueva puesta en escena, el viaje de Clara y del príncipe —liberado de su hechizo tras vencer al temido rey de los ratones— se despliega con una estética cuidada, un uso poético de la luz y un elenco que combina precisión técnica y una sensibilidad que hace avanzar la narración sin artificios.
El resultado es un espectáculo de danza que respeta la esencia del original pero la acerca a un público actual, invitando a redescubrir un cuento que sigue siendo sinónimo de Navidad, fantasía y celebración.