Rey rescata el estilo «choni» de los 2000 sin convertirlo en caricatura, sino en una lente para hablar de quiénes éramos antes del reinado de los likes: cuando la tarde se pasaba en la calle, el drama se resolvía en un banco del parque y no existía la presión de fabricar una vida perfecta para las redes.
Desde su frescura habitual y sin rastro de filtros, la actriz desgrana anécdotas que mezclan ternura, descaro y un humor que brota de la autenticidad. Cada historia está contada con un detallismo que captura lo cotidiano y lo convierte en puro espectáculo.
Y como guinda, un número musical final que sella la esencia del show: vitalidad, desparpajo y una invitación a reconciliarse con las propias raíces. Una función que celebra lo que somos cuando dejamos de aparentar.
Vamos niño0, vamos loko0.