Merche, interpretada por Marina Fer Pla, es una de ellas. Llegó «en busca de algo más que patatas y amapolas», pero pronto descubre que la ciudad que prometía oportunidades es también un territorio hostil donde la supervivencia exige una fortaleza que no siempre se tiene. Ana, Lola y Júlia —encarnadas por Lluna Marqués, Idaly Del Rosario y Paula Peñas— completan un retablo humano donde el miedo, la ternura y la impotencia conviven sin disfraz.
La puesta en escena es austera, casi desnuda, y esa sobriedad subraya la crudeza de aquello que se cuenta: lo que antes eran campos de rosales se ha convertido en una sucesión de puertas cerradas con cerrojo. La música de César Palma acompaña sin invadir, sostenida por un pulso íntimo que amplifica la emoción.
Camps de Roselles es un homenaje y, al mismo tiempo, un recordatorio: detrás de cada historia de adicción hubo mujeres que no dejaron de luchar, incluso cuando todo parecía perdido. Una pieza breve, intensa y necesaria.