La inauguración estará marcada por la voz —inquebrantable incluso desde la cárcel— de Narges Mohammadi, premio Nobel de la Paz 2023, que enviará un mensaje especialmente grabado para el festival. La proyección de Tortura blanca, dirigida por la propia activista, convertirá la sala en un espacio de denuncia y memoria, recordando la violencia ejercida contra las mujeres que se atreven a desafiar al régimen iraní.
A partir de ahí, el festival despliega un mosaico de realidades incómodas, necesarias y profundamente humanas. Las mujeres afganas que siguen resistiendo bajo la imposición talibán; los migrantes que se enfrentan a las aguas frías del canal de la Mancha mientras lidian con redes criminales que mercadean con su desesperación; las comunidades rurales que descubren que incluso la energía «verde» puede traer conflictos cuando no escucha a quienes viven en el territorio. También hay espacio para historias de superación personal que, lejos de la épica, muestran la dignidad y la fortaleza de quienes luchan en silencio.
El festival no busca ofrecer un simple escaparate cinematográfico: funciona como un recordatorio de que las imágenes pueden sacudir conciencias y que, en ocasiones, mirar de frente es el primer gesto político. En tiempos convulsos, esta edición reafirma el papel del cine como un territorio donde la justicia, aunque herida, sigue encontrando voz.