De Arquer propone un programa que combina clásicos —Chopin, Beethoven, Mozart— con piezas propias y un espacio para la improvisación, su territorio natural. Esa mezcla, interpretada en un ambiente cuidadosamente decimonónico, crea una atmósfera que invita a viajar: no solo por estilos musicales, sino por emociones que emergen con una claridad poco habitual en los auditorios convencionales.
El concierto se completa con un detalle que lo convierte en algo aún más singular: tras la interpretación, los asistentes acceden a un pequeño jardín del siglo XIX iluminado por velas, un cierre que prolonga la calma y la belleza del recital.
No es extraño que una guía del The New York Times recomiende esta cita como una de las experiencias musicales más encantadoras de Barcelona. Solo Piano no busca deslumbrar con artificios; su encanto reside en lo esencial: un piano, un intérprete y la posibilidad de escuchar de verdad.